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Sais es la cuarta luna de un gigante gaseoso que orbita una remota estrella amarilla de la Periferia. La población habita los escasos archipiélagos de roja rojiza y marrón que salpican el inmenso océano de agua dulce, teñido de rojo por la flora marina. La navegación, la pesca y recolección, son las actividades y el sustento principal de sus habitantes. Sus bellos pueblos y ciudades están talladas en la roca, dibujando calles y plazas sobre la superficie mineral. Algunas zonas han sido habilitadas para el cultivo de frutas y cereales, pero básicamente se trata de roca poco fértil.

Este sistema estelar está alejado de la frontera, y no forma parte de la liga de comerciantes1, cuyas redes no se adentran tanto en la Periferia. En estas zonas intermedias, lejos de las rutas comerciales, los mundos están más aislados y se da una menor comunicación a larga distancia. Se tiende al aislamiento, al contacto con sistemas cercanos entre sí; y las tradiciones son más rígidas y estables. Los pueblos son más supersticiosos y desconfiados, contrastando con el carácter cosmopolita de los habitantes de la frontera. Los peligros también son algo mayores aquí, al no existir grandes potencias o alianzas que garanticen la seguridad.

Algunos lugares como Sais se las han ingeniado para mantener cierta estabilidad durante cientos de años a pesar de las invasiones de pueblos guerreros, corsarios y demás gentes peligrosas de la región. Esto es debido a que la luna cuenta con uno de los santuarios dedicados a la diosa Astra, más antiguos y populares de la zona. En esta zona del espacio, los cultos astrales son la norma, y los Reinos, con sus Mensajeros, son solo un eco lejano, que no forma parte de la realidad de la mayoría.

El templo a Astra, que la adora en su variante tanto espacial como marina, está situado sobre una colina en que domina la capital amurallada. Siendo la ciudad un espacio sagrado, las astronaves, máquinas impuras, no pueden aterrizar dentro de las murallas, lo cual no evita que muchos capitanes pidan al templo la bendición de la diosa a cambio de ofrendas, que han enriquecido y hecho prosperar a Sais. Como efecto secundario de estas peregrinaciones, la actividad comercial es muy importante en la capital y acuden naves de mundos lejanos.

Las sacerdotisas enmascaradas de Astra son la salvaguarda moral de este mundo, y sus decisiones son tomadas en cuenta dentro de las decisiones políticas tomadas por la élite gobernante, de carácter semi-electo, y cuyos cargos se reparten entre las familias más antiguas y poderosas.

Entre los habitantes de Sais existe la creencia, y tradición ancestral, de que su diosa se reencarna cada cierto tiempo en el cuerpo de un niño varón que muestra comportamientos femeninos. Al existir esta posibilidad, las familias educan a sus hijos e hijas dentro de una relativa neutralidad de género, hasta que son adolescentes, con la esperanza de que la feminidad de la diosa se revele sin ser condicionada o coartada. Incluso los nombres elegidos son ambivalentes para ambos sexos. Cuando se dan estos casos, la niña debe ser llevada al templo, y pasar las pruebas secretas de las sacerdotisas. Si son superadas, la niña diosa es presentada ante el pueblo, y pasará el resto de su vida cubierta con velo y recluida en la Casa de la Diosa, solo interactuando con los mortales para recibir ofrendas, y participar en ritos, procesiones, sacrificios o bendiciones de barcos y astronaves. Las ofrendas al templo aumentan cuando hay niñas diosas habitándolo, y marcan, por lo tanto, periodos de prosperidad e intercambio que vienen dadas de un aumento en las peregrinaciones a Sais desde otros mundos más alejados.


1 Liga de Comerciantes de la frontera, o La Liga. Una asociación neutral que abarca varios mundos de las rutas comerciales, y que regula las tasas de comercio, ferias, medidas, cantidades y precios, e intercambio de información. También se organiza frente amenazas comunes como los bandidos, corsarios y piratas del interior, formando convoyes escoltados o contratando a mercenarios cuando es necesario.